viernes, 30 de octubre de 2009

Ensayo periodístico Nº II por Evelyn Firpo

Una misma historia, en distintos escenarios

Para llegar a las causas de los problemas sociales, hay cuestiones profundas que se deben analizar. En consecuencia, el golpe de estado a Venezuela en el año 2.002 y el actual a la República de Honduras son dignos de comparar.

En nuestro sistema económico el éxito estriba en obtener la máxima ganancia. Aún siendo omnipresente genera estragos catastróficos, ya que en él prima la ley de la selva es decir que gana quien es más fuerte, solo que dentro de esta organización esa fortaleza o poder es de tipo adquisitiva. Cuando algún movimiento intenta romper con la hegemonía y la desigualdad que quieren y establecen este conjunto de poderosos económicamente comienzan los problemas. Esta fue una de las causas principales tanto del golpe de estado ocurrido actualmente en Honduras para derrocar al presidente Juan Manuel Zelaya, como de aquel ocurrido en Venezuela allá por el año 2.002 para destituir de su mandato a Hugo Chávez Frías.
Hoy la historia se repite: militares, empresarios y medios de comunicación social conspiran en conjunto para derrocar un presidente elegido democráticamente que intenta romper con la hegemonía de estos gigantes, teniendo como política gubernamental específica el beneficio al sector más pobre. Ambos en su lugar intentaron establecer, mediante técnicas violentas y acusaciones sin sentido a los verdaderos dueños del mandato, a un civil que los representara: Roberto Micheletti en la República Hondureña y Pedro Carmona Estanga en aquel entonces en la República Bolivariana de Venezuela.
Actores destacados en estos crueles escenarios dictatoriales son y fueron los medios de comunicación ya que su fin en ambos momentos consistio en proteger a los grandes grupos que en general son sus propios dueños, lo hicieron mediante tiras cómicas, comunicados falsos, así como también llamando a la calma y vislumbrando un aparente clima de tranquilidad, lo que posibilitó que el régimen de facto manchara de sangre las calles, e invisibilizara la verdad, es decir la que está aún vigente en Honduras, la del pueblo rebelado. La censura total tomó forma mediante el cierre de los medios estatales en ambos países, y en el caso de Honduras también a aquellos que solo se remitían a transmitir el golpe, destacando que en Venezuela, Chávez tenía en el canal oficial un programa en el cual era muy escuchado por el pueblo hondureño.
A otras escenas similares dieron lugar las embajadas, en el caso de Honduras la de Brasil y en Venezuela la embajada de Cuba. Ambas fueron sede de protección tanto para los chavistas como para el mandatario legítimo hondureño que actualmente se encuentra refugiado allí, negociando con mediadores de la OEA y miembros de la ultra derecha golpista. Las dos resultaron embajadas con soberanía latinoamericana que sin escrúpulos ni vergüenza fueron violentadas, tanto por los opositores a Chávez en esos días del 2.002 como por los militares comandados “en teoría” por Micheletti.
La posición de Estados Unidos como potencia económica y durante estos golpes de estados también como fuerza bélica fue una estratégica similitud en ambos golpes, a pesar de que la Casa Blanca opinó distinto de acuerdo a cada golpe, apoyando al venezolano y calificando como ilegal al de Honduras, el pentágono siempre coincidió en financiar y apoyar a los militares. Es más, en ambos golpes se presumió que fue desde allá donde se organizaron con los sectores dominantes para que estallara el golpe de estado que destituyera a ambos presidentes.
Entre tantas similitudes podríamos pensar que desde Honduras se siguió el mismo guión para actuar que en Venezuela, un pueblo en el que se está logrando una verdadera democracia que por consiguiente debe tener igual distribución de la riqueza, fastidia a quienes afecta sus intereses políticos y económicos… ¿nos preguntamos por qué en países como el nuestro no ha sucedido esto? Debe ser porque nuestro sistema democrático también les favorece…
Para sellarle un final agradable a esta seguidilla de tristes coincidencias, la similitud que debemos resaltar con más ímpetu es la resistencia del pueblo que lucha por sus libertades y derechos, quienes uniéndose hacen saber al mundo que quieren una democracia pura y legítima.

viernes, 23 de octubre de 2009

Ideologías, democracias y poder



La realidad de los países que integran Latinoamérica, es una realidad dependiente del poder económico y los grandes grupos empresarios multinacionales. Como causa de esto, los gobiernos en la mayoría de los casos no pueden tomar medidas para modificar esta situación porque se encuentran sometidos por el sistema capitalista y los grupos financieros tales como empresas multinacionales y el Fondo Monetario Internacional que actúan como instrumento de presión ante medidas que perjudiquen los intereses de esos grupos económicos. En este sentido es que se origina el intento de derrocamiento del presidente venezolano Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. Este suceso se originó cuando dicho gobernante quiso sancionar un paquete de leyes, entre las que se encuentran la Ley de Tierras y la Ley de Hidrocarburos, que afectaban los intereses de las clases oligárquicas venezolanas, que poseen el control de los negocios petrolíferos del vecino país. Frente a este hecho, los sectores empresariales lograron la adhesión de las fuerzas militares que vieron la situación propicia para tomar el poder.
Con respecto al golpe de estado que se produjo el pasado 28 de junio en Honduras, la situación no es muy diferente a la que se originó en Venezuela en el 2002. El presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya, antes de ser derrocado en manos de Micheletti, tenía la intención de realizar un referéndum para cambiar la constitución por medio de una Asamblea Constituyente. En este sentido la oposición, que también se encuentra liderada por los sectores oligárquicos y empresariales, al igual que en Venezuela, vieron amenazados sus intereses, manifestando que Zelaya a través de este referéndum perseguía el objetivo de ser reelecto. Y como en la mayoría de los casos, los sectores que concentran el poder en los países de América Latina encuentran la complicidad de los grupos derechistas, el resultado es generalmente el mismo, sea Honduras o sea Venezuela, la conspiración para derrocar a los mandatarios siempre se hace presente a la hora de defender sus intereses.
Frente a esto, uno podría preguntarse ¿Cómo es posible lograr cambiar la estructura de un país para favorecer la distribución de la riqueza sin que peligre la democracia como forma de gobierno? La respuesta es muy difícil de encontrar y mas aun de llevar a la práctica debido al sometimiento financiero que sufren nuestros países. Si observamos los sucesos ocurridos en Venezuela en 2002 y en Honduras en este año, la vista tiende a nublarse y los interrogantes surgen a cada instante. Lo que sí se vislumbra a simple vista es que los sectores concentradores de la riqueza, tratarán de hacer lo posible para que sus oscuros planes sigan teniendo vigencia
Cabe destacar que, estos sectores, son propietarios de los medios de comunicación en estos dos países, como así también, en la mayoría del territorio sudamericano. Fruto de esto se genera una monopolización de los medios y un control en la información. El resultado que produce esta concentración mediática en manos de unos pocos, es el poder de manipulación de la opinión pública. Frente a este suceso de centralización de la empresa comunicacional, en el caso venezolano, el intento de derrocamiento del presidente Chávez estuvo apoyado por un golpe mediático guiado por los sectores oligárquicos poseedores de los medios de comunicación. Es muy importante señalar que este mecanismo es utilizado en gran parte del territorio latinoamericano. Esta campaña mediática persigue el objetivo de introyectar el terror y el miedo en la conciencia de los ciudadanos. Estos sectores tienen muy en claro que el miedo es un arma poderosa de movilización política hasta tal punto de poner en peligro la institucionalidad de los países, lo que demuestra la fragilidad de nuestras democracias como ha sucedido en Venezuela y sigue sucediendo hasta hoy en Honduras. Pero a esta derecha salvaje no le importa qué pueda salir de esto. Su odio es grande y sólo es comparable a sus ansias de poder. Mientras más personas se agrupen para manifestarse en contra de Chávez o de Zelaya y mientras más adeptos a su causa logren cooptar, las posibilidades de lograr una maniobra política desestabilizadora crecerán y la derecha mediática estará más cerca de hacer realidad su sueño, que es sin más, recuperar el poder.

Video relacionado con el ensayo: http://www.youtube.com/watch?v=OCzkJf2vVnU

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Entrevista Realizada a Luis Marìa Ferrael que desempeña su rol como periodista en el diario Análisis de la cuidad de Paraná en la seccion Internacionales:
Primera Parte


Segunda Parte


Tercera Parte


Cuarta Parte

sábado, 10 de octubre de 2009

El legado del siglo XX latinoamericano


Por estos momentos de la historia de nuestra América nos encontramos insertos en un sistema con terribles problemas como la pobreza, el analfabetismo, la marginalidad que nos generan una gran incertidumbre sobre nuestro porvenir. Pero frente a esto creíamos tener una certeza, que la violencia armada y los regímenes totalitarios de gobierno no volverían a hacerse presentes por estos lugares para tratar de "solucionar" los problemas que aquejan a nuestras naciones. Creíamos haber terminado y aniquilado a las "doctrinas de seguridad nacional". Pero esa certeza se desmoronó, cuando el 28 de junio de este año, en un territorio definido, Honduras, la derecha militar se hizo presente para derrocar a un gobierno democrático e implantar un gobierno de facto con Micheletti como cara visible. Frente a este acontecimiento que recorre todo el territorio americano, los gobiernos de los diferentes países se han solidarizado con aquel pueblo golpeado por este terrible suceso, el primer golpe de estado del XXI. Cuando creíamos haber superado esa terrorífica, cruel y sanguinaria etapa de la historia, la oligarquía conservadora vuelve a hacerse presente para recuperar el poder que el pueblo le ha quitado con sudor y mucha sangre derrama, pero con la libertad de pensamiento, acción y expresión como estandartes de lucha para recuperar lo que le pertenece, la dignidad y los derechos humanos.

Este suceso terrible que aqueja a la hermana nación hondureña nos afecta a todos, pero los gobiernos de los distintos países latinoamericanos, se han hermanado para solidarizarse con este pueblo, que es victima de la impunidad, de un pequeño grupo de individuos con una clara base conservadora y oligárquica. De esto surge un gran inconveniente que no es observable a simple vista y que les quita el sueño a los líderes políticos de los países vecinos. El problema es el siguiente, y me arriesgo a plantearlo, con la posibilidad de emitir un juicio que no es correcto. Si bien, Lula principalmente, y en menor medida los presidentes de toda la región se han solidarizado con Honduras y con su presidente legítimo, Zelaya, el problema que recorre sus conciencias es el miedo a no involucrarse demasiado por el temor a que este suceso, el del golpe de estado, haga despertar a esa derecha conservadora aparentemente dormida y el fenómeno se expanda hacia los demás territorios de América Latina. Ese gran fantasma, que había dejado de recorrer la vida de los pueblos americanos vuelve a ser protagonista de la historia. Cuando creíamos que ya lo habíamos aniquilado para siempre el miedo vuelve a invadir nuestras conciencias y las democracias de América vuelven a tambalear, encontrándose frágiles y propensas, no preparadas para enfrentar a su eterno enemigo, el totalitarismo y sus secuaces, los gobiernos de facto, las dictaduras, los ejércitos militares al frente del gobierno. Y con sus armas y estrategias para conservar el poder, la tortura, la muerte, el genocidio, la violencia y demás instrumentos que hacen que los derechos humanos y la libertad no tengan importancia.

El pueblo hondureño, ha sufrido durante toda su historia, la pena de ser un pueblo sometido por ese imperialismo que siempre le adjudicó el papel de esclavos. Primero fue Europa, luego Estados Unidos, pero ese pueblo se ha cansado de ser un títere al servicio del capitalismo, se ha cansado del maltrato, de la explotación, de vivir sometido a mandatos externos. Por esa causa, en este momento histórico y trascendental para sus vidas, ha salido a las calles a reclamar por sus derechos, a luchar por lo que les pertenece, a pelear por su país, por ese país que ya no quiere ser más una "tierra bananera", no quiere ser más ese país hecho por los capitales internacionales, la oligarquía conservadora y las empresas multinacionales. Ese pueblo quiere ser él mismo el hacedor de su destino, por eso ha salido a las calles y ha enfrentado al gobierno de facto, y se ha manifestado en contra de la ilegitimidad y la violencia. En este sentido, nosotros, los demás habitantes de América Latina, debemos asumir el compromiso, debemos hermanarnos para convertirnos, como el pueblo hondureño, en hacedores y fabricantes de nuestro propio destino.

Ese momento, es ahora, es el momento para dejar nuestro estado de reposo y actuar en consecuencia, para modificar esta realidad que amenaza a las democracias latinoamericanas, y transformarnos en protagonistas de nuestra historia. Reflexionar sobre qué es lo que queremos para nuestro futuro, es como suele decirse, el compromiso de esta hora.

viernes, 9 de octubre de 2009

Ensayo periodistico N° 2 por Julia Kendziur

El no sigue aún latente, desde el grito de esperanza latinoamericano

Casi terminando el primer decenio del nuevo siglo, miramos la corta dictadura de Venezuela y reflexionamos por la causa de Honduras.

Hace siete años Latinoamérica vio caminar a uno de sus hijos por el pico del águila de la injusticia. Hablo de Venezuela, el pueblo que fue anzuelo de patrañas maliciosas que condenaron al país a más de cuarenta y ocho horas de violencia e incertidumbre.
Como pasó en Honduras, Venezuela era un país de muchos pobres, los cuales vivían muy golpeados por la falta de justicia social. Sucedió que el destino quiso que esta realidad tome otro color y ello provocó un cierto descontento que luego se convirtió en problema. El conflicto del que hablo es el que acecha a sangre fría hoy en Honduras: poderosos ricos que ven disminuir su fortuna gracias a políticas sociales de igualdad y equidad.
De igual manera que en el único país latinoamericano que sufre hoy una dictadura, Venezuela había renacido a fines del siglo pasado con un líder de características de justicia social, el cual había arreglado la balanza a modo más equitativo. Estamos hablando de Hugo Chávez Frías, fundador del Movimiento Bolivariano Revolucionario MBR200, a través del cual dirigió su política desde 1999, luchando por la injusticia que sufrían los más desamparados.
Chávez juró en su primer mandato sobre la Constitución de 1961 y ya para el 2000 había creado la nueva Constitución Nacional Venezolana de 1999. Luego en su segunda presidencia, el Congreso aprobó un Decreto Habilitante que le dio un poder al presidente para sancionar distintas leyes. Entre estas se destacaban la Ley de Tierras, que impulsaba una Reforma agraria, y una nueva Ley de Hidrocarburos, con una Junta Directiva que no beneficiaría a los intereses de las clases dominantes, las cuales históricamente habían sido propietarias del petróleo venezolano.
Por la razón antes mencionada, Fedecámaras organizó una huelga general en diciembre de 2001, donde se incorporaron los ejecutivos de la empresa estatal petrolera PDVSA deteniendo la producción nacional de crudo. Pero la tensión y el despliegue de esa clase no hizo posible quebrantar el poder presidencial, pero se alcanzó a ver el primer fusil de la guerra que se le había declarado al primer mandatario.
Dos meses después Chávez no mermó y cambió a los principales dirigentes de PDVSA por gerentes del gobierno: según el presidente, en contraposición de sus enemigos, esto reactivaría la economía venezolana.
Con un panorama de alta inflación y déficit, Fedecámaras organizó una huelga para que el presidente renuncie.
Dos días después la huelga se hizo caos y Chávez no vaciló en peticionar a través de los medios que su gente salga a defender la revolución. Entre la protesta de ambos sectores, la policía, el Ejército y presencia de francotiradores, se desencadenó una batalla que terminó con varios muertos y heridos. El papel de los medios vino a jugar un lugar estratégico, ya que repitieron por televisión imágenes superpuestas de diferentes puntos de enfrentamiento, que dejaban a los manifestantes chavistas como culpables de las tragedias, otras falsas informaciones e inexistentes cartas de renuncia.

Cuando comenzaba a nacer el día siguiente, el general Lucas Rincón Romero dio a conocer al pueblo venezolano la renuncia del presidente. Seguidamente Chávez fue detenido y trasladado al sur de Caracas. Ese mismo día se autodenominó Pedro Carmona Estaga como presidente provisional sin saber a qué se atenía desde la voz del pueblo.
Nublado el país de tensión e incertidumbre, el mundo dio a conocer su opinión diferente a la que dio y da en el caso de la hermana Honduras. Nadie se mostró de un lado o de otro, simplemente estaban en contra de los actos de violencia. España y Estados Unidos remarcaron fuertemente esto último en la prensa, mostrando la superposición de imágenes que culpaba a los chavistas, es decir, indirectamente aplaudían al golpe. Pero cabe destacar que el presidente Gorge Bush consideró legítimo el nuevo gobierno venezolano, a diferencia de Barack Obama que se mostró repulsivo por los acontecimientos que sufre Honduras. Dos líderes, dos pueblos con las mismas esperanzas, un ocaso justo, un final incierto, una misma águila que siempre acecha desde el norte, buscando la oportunidad de carronear el alimento de los más pobres. Pero lo más importante es que la voz del pueblo renació en el nuevo siglo deseosa de luchar por sus derechos. Debe ser que en los rincones más estrechos de América Latina se escuchó la voz de la Negra Sosa cuando dice: “¡Canta conmigo, canta hermano americano, libera tu esperanza, con un grito en la voz!”.